sábado, 20 de agosto de 2011

El Recorrido hacia un Consumo Responsable

Considero que el recorrido para mejorar nuestros hábitos de consumo inicia con dos actitudes y decisiones centrales:
  1. Consciencia de consumo, con la adquisición de información veraz y una subsecuente reflexión; y,
  2. Coherencia del consumidor entre la consciencia adquirida y lo que finalmente consume.
Entre otros casos, tenemos que para quienes generen una consciencia de consumo de "comercio justo", tendrán su perchero en el supermercado. 
Foto: Ministerio de Finanzas de Berlín-Alemania.
Para quienes generen una consciencia de consumo "ambientalista", podrán encontrar productos de fabricación y uso sostenible. 
Foto: Vehículo eléctrico. Berlín-Alemania.
Para quienes generen una consciencia de consumo "animalista", encontrarán en el mercado productos con sus requerimientos como consumidor sensible al trato hacia los animales. 
Foto: Cisnes en Brugge-Bélgica.
A propósito del último ejemplo citado quisiera compartirles una importante base de datos, que debería acompañar en sus compras semanales a todos los individuos que hayan logrado desarrollar este tipo de consciencia y sensibilidad:
PETA aquí nos permite conocer qué marcas tienen políticas de no experimentación en animales, desde detergentes hasta vitaminas. Cuando adquirimos consciencia de los beneficios que generamos a partir de nuestro cambio de hábitos de consumo, podemos trascender del mero consumo de productos necesarios, suntuarios o embellecedores, a consumir productos además libres de cualquier tipo de crueldad contra toda forma de vida animal. Maravilloso, ¿no?

En la actualidad no hay muchas excusas para los consumidores, pues  a través de los productos por los que pagamos, incluso podemos colaborar con estudios científicos sobre el cáncer de mama o aportar en programas de ayuda alimentaria en África. Y, la variedad permite, además, que cada vez sea menor la brecha de precios entre un producto que propende al bienestar general y otro que propende a un cierto grado de explotación.
De tal manera, comprar el paquete de café más barato de mi supermercado local cuesta aproximadamente 1,20 euros menos que un paquete de café elaborado dentro de un programa de estímulo a agricultores centroamericanos.


Es real, el acceso a estos productos y la variedad tiene límites, sobre todo en lugares como mi país natal, Ecuador. Sin embargo, es posible consumir de manera consciente y coherente permanentemente si agregamos una tercera actitud y decisión al recorrido emprendido: el Compromiso.

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