La solidaridad es definitivamente la herramienta de desarrollo más perdurable y maravillosa que posee el ser humano.
La voracidad a la que responde la empresa que es parte del modelo de desarrollo económico que impera en la actualidad, la desvincula completamente de cualquier gestión retributiva o conciliadora con la sociedad, pues opera casi al margen del factor humano y estimando principalmente fines lucrativos y consumistas.
Sin embargo, es posible incorporar el factor humano a la gestión de las empresas y hacer dinero sin perder los parámetros necesarios de convivencia y armonía con el entorno natural y social.
La Unión Europea define la Responsabilidad Social Corporativa como la "expresión donde las empresas integran sus preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones empresariales y en sus interacciones con los stakeholders de una forma voluntaria".
Coincidiendo con lo que la UNED explicó en su primer anuario del Observatorio de la Responsabilidad Social Corporativa, partiendo de ésta como herramienta y estrategia de las empresas para lograr un desarrollo con objetivos de sostenibilidad, se logra llegar a la esfera del respeto a los derechos humanos y la preservación de los ecosistemas, mediante un aumento en la inversión en capital humano y medioambiental.
Para integrar este comportamiento corporativo a las sociedades, tanto consumidores como inversores deben aprehender su poder de condicionar la conducta de las empresas, de tal manera que los efectos de dicho condicionamiento puedan trascender a las características del producto e incluso a innovaciones normativas, con lo cual se logra un exitoso nexo sociedad civil-empresa-administración.
Talvez la forma más fácil de identificación de empresas que incorporan estas políticas es el etiquetado, mediante el cual consumidores pueden comparar, valorar y elegir productos específicos.
Sin embargo, la mayor negativa de los consumidores a optar por estos productos radica en el precio, el cual consideran que no debería aumentar, sino que el coste social debería incorporarse sin alterar el precio final. Pero, ¿es esto real..?
Actualmente, la finalidad de la Responsabilidad Social Corporativa ha llegado a desvirtuarse, pues las empresas la utilizan como una fachada o un distintivo de reputación, convirtiéndola incluso en una moda. Talvez interiorizando el concepto de responsabilidad social podría redirigirse su finalidad, de manera que se lo convierta en imprescindible como se lo hizo décadas atrás con la noción de Calidad.
Por su parte, reclamos de las ONGs han logrado cambios de comportamiento en las empresas que operan en países en vías de desarrollo, a partir del reconocimiento de que las empresas multinacionales no suelen relacionarse con los grupos de interés ni las realidades de su entorno, como el subdesarrollo. Por ejemplo, la campaña "ropa limpia" emprendida por la organización española Setem, se dedica a mejorar las condiciones laborales de los trabajadores del sector textil en todo el mundo.
Pero los esfuerzos no podrán tener el alcance necesario mientras los gobiernos, a través del diseño de políticas públicas y legislación, no tomen acciones reales. Entre otras: gestar un marco regulatorio que incorpore la responsabilidad social con iniciativas de transparencia (empresas obligadas a reportar sus prácticas, a partir de resultados en ámbitos como la ética, lo laboral, los derechos humanos, etcétera); crear incentivos al buen comportamiento de las empresas en este sentido; fomentar la sensibilidad, la educación y los valores, con miras a la formación de los futuros líderes y empresarios; y, dar más información, haciendo conocer a los consumidores su poder.
En este sentido, emprendedores sociales han logrado con éxito incorporar sus objetivos de responsabilidad social al fin mismo de su organización, demostrando algo que normalmente se pone en tela de duda: ser responsable es económicamente rentable y permite tanto durabilidad como una mayor calidad de vida.
Tal es el caso de La Fageda, empresa nacida en 1982 con el objetivo de lograr la integración sociolaboral de personas con discapacidad, que se dedica a la producción de lácteos y es la tercera productora de yogur en Cataluña, España.
En el Reino Unido, las denominadas Social Firms se han destacado por ser empresas que contratan trabajadores con desventajas. Estos negocios logran tener prosperidad económica, con el valor agregado de la integración de personas marginadas socialmente y combatiendo directamente la pobreza.
En México, Prospera, una empresa social, capacita a micro, pequeña y mediana empresas en el desarrollo de productos funcionales y competitivos para transformarse en empresas de alto rendimiento.